Ayer en tutoría hicimos una dinámica de grupo interesante. Nos sentamos en un círculo (solo los niños que voluntariamente querían y no fueron todos) para contar a los demás algo personal. Podía ser algo triste o divertido, que nos hubiera gustado o que no.
Cada vez que hablaba uno cogía un extremo del ovillo de lana y cuando hablaba el siguiente este lo cogía y se lo llevaba a su sitio, de forma que cuantos más niños contaban cosas se creaba una red de lana que nos unía a todos como grupo.
Todos los niños fueron escuchados en silencio por los compañeros y les hice ver que todo lo que vivimos y nos contamos teje una red que nos une y nos transforma en grupo. Fue muy bonita la experiencia, ya que se dieron cuenta que con que uno soltara su extremo afectaba a la red de todo el grupo y que todos tienen que colaborar para seguir siendo grupo.
Felicidades por tu creatividad, Nuria me lo contó nada más salir del cole y le encantó
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